Hace cien años, el 10 de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca, Estado de Morelos, Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur, cayó asesinado, víctima de una traición urdida por sus enemigos del gobierno constitucionalista, liderados por el general Pablo González. México conmemora actualmente el centenario de la partida de este prócer revolucionario, el más representativo de la base social que detonó y desarrolló la Revolución mexicana: el campesinado. Tierra y Libertad era su consigna y el Plan de Ayala su ideario. El presidente Andrés Manuel López Obrador firmó en enero pasado, en Ciudad Ayala, Morelos, el decreto que establece a 2019 como el Año Oficial de Emiliano Zapata. 

Al amanecer del siglo XX, el nacionalismo y el asunto del “ser mexicano” cobraron nuevo impulso con la Revolución iniciada el 20 de noviembre de 1910, que se prolongará hasta entrados los años veinte con un alto costo en vidas y recursos para el país. Una de las causas principales del conflicto fue la nefasta política agraria desarrollada por el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, al amparo de la cual terratenientes y grandes compañías privadas, nacionales y extranjeras, se apropiaron de las tierras comunales y las pequeñas propiedades de los campesinos, quienes quedaron sumidos en la miseria y el abandono, debiendo trabajar en adelante como peones acasillados al servicio de los acaudalados hacendados. Se estima que en 1910, año del estallido de la Revolución, más del noventa por ciento de los campesinos carecían de tierras. 

Fue precisamente el general Emiliano Zapata quien el 30 de abril de 1912 hizo la primera restitución de tierras, aguas y montes a los campesinos de Ixcamilpa, Puebla, tal como estaba estipulado en el Plan de Ayala, que había sido proclamado en el cuartel general sureño el 25 de noviembre de 1911. Con este acto empezó el reparto agrario zapatista, que habría de revolucionar la estructura de la propiedad de la tierra en el Estado de Morelos y las zonas aledañas en los años posteriores. Cabe recordar también que el primer reparto agrario de la Revolución en el norte tuvo lugar en Matamoros, Tamaulipas, el 13 de agosto de 1913, por iniciativa del general Lucio Blanco, al entregar a 11 campesinos de la región la hacienda “Los Borregos”, propiedad de Félix Díaz.