Julio - Septiembre 2018
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Esa pinta en los muros de París durante mayo de 1968, tiene sin duda gran significado. En el número 18-19 de Archipiélago (julio-octubre 1998) conmemoramos los 30 años del Movimiento Estudiantil, que sacudió a varios países y que en México tuvo un trágico desenlace con la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Y en el número 61 (julio-septiembre 2008), la conmemoración fue de los 40 años de dicho Movimiento. En esta edición número 101 (julio-septiembre 2018), además de celebrar los 26 años del proyecto Archipiélago, que promueve la integración cultural de Nuestra América, conmemoramos los 50 años de aquel acontecimiento que nos cimbrara a todos los participantes y a innumerables testigos presenciales.
Siendo estrictos, habría que recordar que el primer Movimiento Estudiantil significativo de la patria grande aconteció en 1918 en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina –hace 100 años–, gestándose en él una Reforma Universitaria con propuestas tan interesantes como la democratización de la enseñanza, el carácter científico de la educación y la autonomía, que los estudiantes mexicanos de la Universidad Nacional de México conquistarían una década después con la huelga de 1929, estallada en un país sacudido todavía por los estertores de la Revolución. A partir de entonces dicha casa de estudios se llama Universidad Nacional Autónoma de México.
En el editorial de ese número 18-19 de Archipiélago rememoramos el tiempo en que los jóvenes estudiantes recorrían como viento huracanado las calles y plazas de diversas ciudades, lanzando consignas en contra de una sociedad banal, consumista, intolerante, represiva, inequitativa, injusta, en la que privaban las ríspidas aristas del autoritarismo, la corrupción, la impunidad, la desinformación y el poder mediático del capital. Un profundo anhelo de cambio los animaba.
Temas tan candentes como la guerra de Vietnam, que estaba entonces en su apogeo, el racismo y el despertar del poder negro y el hispano en los Estados Unidos –este año conmemoramos también el 50 aniversario del asesinato de Martin Luther King–, se combinaban con la presencia de la Revolución Cubana y las luchas emancipadoras de los pueblos del Tercer Mundo. Las mujeres, con el movimiento feminista, combatían por su dignidad social como género. La amenaza atómica se cernía sobre el planeta. Eran los costosos juegos de la guerra fría en que se mantenían enfrascadas las potencias, mientras gran parte de la humanidad permanecía postrada en el subdesarrollo.
El desconcierto se apoderó de las clases dominantes de la sociedad de aquel tiempo, profundamente conservadoras, cuando advirtieron la internacionalización de la protesta. Ninguna ciudad parecía escapar a la furia contestataria, lo que aumentaba más aún la confusión. De Berlín a París, de Praga a Berkeley, de Nueva York a Córdoba (Argentina), de Bologna a México... En esta última capital latinoamericana, a diferencia de París, donde el rector de la Sorbona mandó llamar a la policía para que desalojara la universidad, el rector de la UNAM, de nombre Javier Barros Sierra, entabló los reclamos por la violencia policíaca y militar que había irrumpido en los planteles universitarios y politécnicos. Su discurso del 31 de julio en Ciudad Universitaria y la marcha multitudinaria del 1 de agosto que encabezó no se olvidan. El Movimiento Estudiantil mexicano había detonado. La realidad social, política y económica del país sería puesta a crítica de inmediato.
Las expresiones culturales de ese entonces eran ricas y variadas. Del Sur subían los cantos de Violeta Parra y Víctor Jara, de Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa, del flaco Zitarrosa, de Ali Primera, entre otros, para fundirse con los de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y la nueva trova cubana, con los del Topo y Roy Brown en Puerto Rico, los de Óscar Chávez en México y con los aires de libertad que a través del Atlántico entonaban Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez, Ana Belén y Víctor Manuel, hartos ya de la mojigata dictadura franquista. George Moustakis le cantaba en París al meteco, al extranjero, presagiando las oleadas de inmigrantes que pronto desbordarían el mundo. Bob Dylan, Joan Baez y los Beatles dejaban su impronta en el ambiente sin fronteras que hermanaba a los jóvenes y los volvía flechadores de estrellas. El arte, la literatura, la ciencia, la cultura toda, era permeada por la crítica al establishment y el deseo de un mundo mejor para todos.
El tiempo pasa. En Archipiélago somos realistas y pedimos ahora lo posible (a diferencia de aquella pinta parisina). Un buen mundo para todos. El sismo del pasado 19 de septiembre en México nos mostró una dramática y contradictoria realidad. Debe destacarse, por su impacto y trascendencia, la respuesta solidaria que se generó en la población, independientemente de su condición social, edad o género. “El pueblo salva al pueblo”, se decía en las destrozadas calles, en donde destacaba una juventud valerosa, intrépida y altruista. Un profundo anhelo de cambio los animaba. La cuarta transformación del país. El espíritu de aquellos estudiantes rebeldes del Movimiento del 68 estaba presente.
EDITORIAL
Seamos realistas, pidamos lo imposible
PENSAMIENTO
México en Nuestra América: identidad y pertenencia
Víctor Hugo Morales Meléndez (México)
Nuestra América comienza en México
Arnoldo Mora Rodríguez (Costa Rica)
México: la nueva democracia se cuece en el horno del pueblo
Ricardo Melgar Bao (Perú)
Nuestra América unida
Cristóbal León Campos (México)
MEMORIA
Imperios y cangrejos ayer y hoy
Carlos Véjar Pérez-Rubio (México)
“Mi viaje al sur” de Hostos: 150 años después
Marcos Reyes Dávila (Puerto Rico)
Parrandeando a Nicanor
Gastón Cornejo Bascopé (Bolivia)
Allá lejos y hace tiempo: anglos, natives, pájaros, escuerzos…
Fernando Sorrentino (Argentina)
CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Nanorobots: la siguiente frontera en medicina
Carlos Polanco, Jorge Alberto Castañón González y Miguel Arias Estrada (México)
Cuba, ejemplo de la investigación biotecnológica en la salud
Lisandra Fariñas Acosta (Cuba)
LETRAS
Aire sin humos de la consciencia verdadera
Enriqueta de la Cruz (España)
Los hombres
Ileana Garma (México)
Entre árboles
Marta Aragón Rodríguez (México)
Enigma
Edmundo Torrejón Jurado (Bolivia)
La conjunción entre el poeta y el artista visual
Francisco Véjar (Chile)
AUDIOVISUALIDAD
Los primeros andares del cine boliviano
Clara Patricia Muñoz Quintero (México)
1968-2018: Cincuenta años del Movimiento Estudiantil en México
ARTES ESCÉNICAS
César Rengifo en el teatro afrovenezolano
José Marcial Ramos Guédez (Venezuela)
MÚSICA
Trovadores: lenguaje y nación
Rodolfo Alonso (Argentina)
TRADICIONES
La historia de Manuel
Alexandra Desachy Rangsimarangrak (México)
AMERINDIA
Salimos del mar y soñamos el mundo
Boletín de prensa: CCHDP2018
AFROAMÉRICA
A Josefina Baker
Ildefonso Pereda Valdés (Uruguay)
LATINOAMÉRICA
El pensar latinoamericano: historia, identidad y emancipación
Sofía Reding Blase (México)
HUMOR
Debatiendo
Rogelio Naranjo Ureño (México)
AMBIENTALIDAD
Arquitectura y escultura prehispánicas en Mesoamérica
Sergio Chávez Dominguez (México)
ARTES PLÁSTICAS
Señales ocultas. Exposición de José Grinberg (México)
Silvia Cherem S. (México)
Edvard Munch y su expresionismo
como herencia altermundista
Julio Carrasco Bretón (México)